miércoles, 9 de octubre de 2019

El problema mente-cuerpo en Damasio

A. Damasio, a partir de un trabajo (Damasio, 1994) que arranca en el intento de comprender las emociones y los sentimientos humanos, ha elaborado también una teoría de la conciencia (Damasio, 1999).

Las emociones y los sentimientos han sido históricamente algo que no encajaba en el contenido del logos, es decir, de la razón, que nació en Grecia en el siglo VI a.C. Fuente de perturbación, han sido las emociones y sentimientos tradicionalmente irreductibles al pensamiento racional, pero también han sido elementos inseparables del contenido de la propia condición humana, en su máxima consideración de dignidad y estima. Platón inventó la filosofía en el esfuerzo de aplicar el logos racional a la comprensión de las pasiones humanas. Los sofistas vieron cómo esa comprensión permitía manipular las voluntades y alcanzar los fines propios inclinando las decisiones sociales hacia sus intereses. En la medida en que las pasiones perturbaban la toma racional de decisiones se atribuyeron al cuerpo y con Descartes, cuando el problema mente-cuerpo aparece en la escena filosófica del momento, quedan reducidas a algo propio del comportamiento animal, mecánico, en consecuencia, y ajeno a la noble y libre naturaleza humana. Las pasiones eran elementos de un cuerpo que limitaban nuestra libertad humana.

En el Error de Descartes, Damasio vuelve a la tradición clásica de Platón y Aristóteles y de las escuelas morales griegas pero, sobre todo de la agudeza de Spinoza cuando analiza las pasiones, para mostrar cómo las emociones y sentimientos forman parte inseparable de nuestra razón.
Son el elemento de partida de toda comprensión posible de un organismo que tiene que habitar un medio cuya novedad y continua transformación le exige imaginación y creatividad.

Para el ser humano que, además, habita en medios sociales complejos, las emociones y sentimientos son piezas claves en la posibilidad de la supervivencia y escalones inevitables en la consecución de una inteligencia humana que nos aporte una vida humana. En estos términos cifra Damasio el error de Descartes:


Este es el error de Descartes: La separación abismal entre el cuerpo y la mente, entre el material del que está hecho el cuerpo, medible, dimensionable, operado mecánicamente, infinitamente divisible, por un lado, y la esencia de la mente, que no se puede medir, no tiene dimensiones, es asimétrica, no divisible; la sugerencia de que el razonamiento, y el juicio moral, y el sufrimiento que proviene del dolor físico o de la conmoción emocional pueden existir separados del cuerpo. Más específicamente: que las operaciones más refinadas de la mente están separadas de la estructura y funcionamiento de un organismo biológico”. (A. Damasio. 1994, pág. 230)

¿Cabe entonces suponer que existe una continuidad biológica y, en consecuencia psicológica, entre tener emociones, sentir y tomar decisiones, planificar el futuro, razonar, en fin?

Los sentimientos arrancan cuando sentimos la emoción, cuando el cerebro que no sólo atiende al medio externo, sino también, al interno, al resto del cuerpo, se da cuenta de las manifestaciones fisiológicas que está experimentando el cuerpo y que capta a través de las terminaciones nerviosas y de la corriente química que circula por la sangre. Esa verificación continua de lo que ocurre en el cuerpo mientras nuestro curso de pensamiento sigue produciéndose, es lo que Damasio denomina sentimiento. Visto así, el sentimiento es el resultado de la unión de la imagen mental que provocó la emoción y de los cambios corporales que sentimos con la experimentación de tales cambios. Más sencillo, un sentimiento es la unión de una imagen del cuerpo junto con otra imagen de una cara, una melodía, un sabor, en particular con aquello que provocó la emoción.

Unión porque ambas imágenes no se mezclan, no se fusionan, sólo se combinan. De ahí que a veces podemos sentirnos tristes aún cuando tengamos ante nosotros imágenes alegres, músicas que nos gustan o personas queridas. Que esto pueda ocurrir significa que la maquinaria neural que procesa emociones es bastante autónoma. Al fin y al cabo son procesos no corticales que originariamente tenían una función de regulación y control del cuerpo desde el cuerpo. Su control escapa en gran medida al pensamiento racional consciente, cuya base es cortical, e interfiere precisamente al ser conscientes de sus efectos en el cuerpo.

Además, lo que suele ocurrir es que ante un sentimiento de un estado corporal concreto, alegría o tristeza, se superponen pensamientos que acentúan el estado, modificando así el estilo y la eficiencia del proceso de pensamiento. Dicho de otro modo, cuando estamos tristes sólo se nos ocurren pensamientos tristes. De ahí la dificultad de escapar de una depresión o de tratar con un enamorado.
Para Damasio el problema de la conciencia es una combinación de dos problemas íntimamente relacionados:
  1. El problema de comprender cómo el cerebro produce patrones mentales, es decir, imágenes de los objetos. Entendiendo imagen en un sentido amplio, no exclusivamente visual, pudiendo incorporar no sólo características físicas de los objetos, sino también la reacción de agrado o desagrado que produce al organismo el objeto, los planes que uno puede formular respecto del objeto y la red de relaciones que el objeto mantiene con otros objetos. Damasio resume este problema mediante la expresión "la película en el cerebro". Así pues, el primer problema consiste en dar una respuesta a cómo se produce la película en el cerebro que aparece a nuestra conciencia. En la medida que responder a esta cuestión consiste en mostrar cómo determinados patrones neurales producen patrones mentales explícitos, necesitamos incluir el problema filosófico de los qualia, es decir, las cualidades sensoriales simples que contienen nuestras imágenes mentales.
  2. El problema es comprender cómo el cerebro produce un sentido del yo en el acto de conocer. Damasio cifrará este problema en el sentimiento de lo que pasa cuando el organismo está siendo modificado por los procesos de aprehender algo. Solucionar este problema consiste en descubrir los mecanismos biológicos implicados en la habilidad humana de construir no sólo los patrones mentales de un objeto, sino también los patrones mentales que conllevan, automática y naturalmente, el sentido del yo en el acto de conocer.
La Conciencia es el patrón mental unificado que pone juntos al objeto y al yo.

Los resultados de las observaciones neurológicas y de experimentos neuropsicológicos revelan cinco hechos que son para Damasio el punto de partida de su teoría:
  • Algunos aspectos de los procesos de conciencia pueden relacionarse con los procesos que algunas regiones y sistemas cerebrales llevan a cabo.
  • La conciencia y la vigilia, así como, la conciencia y la atención de bajo nivel pueden separarse.
  • La Conciencia y la emoción no pueden separarse.
  • La Conciencia puede dividirse en simple y compleja.
    • El tipo más simple, el centro de conciencia, provee al organismo con un sentido del yo en un momento, el ahora, y en un lugar, el aquí. Tiene un nivel simple de organización; es estable a lo largo de la vida del organismo, no es exclusivamente humana; no depende de una memoria convencional, de una memoria de trabajo, del razonamiento o del lenguaje.
    • Por otro lado, el tipo complejo, la conciencia extendida, aporta al organismo un elaborado sentido del yo. Una identidad que coloca a la persona en un punto del tiempo histórico individual, ampliamente consciente del pasado vivido y del futuro anticipado e intensamente enterada del mundo al lado de él. Es un fenómeno biológico complejo; tiene varios niveles de organización; y evoluciona a lo largo de la vida del organismo. Depende de una memoria convencional y de una memoria de trabajo. Cuando alcanza su característica humana -pues también en bajos niveles está presente en no humanos- requiere del lenguaje.

    • Los tipos de conciencia se corresponden con tipos de yoes. Cada uno exige de lanterior. Así encontramos la siguiente secuencia:
      1. Proto-Yo: Es una colección de patrones neurales interconectada temporalmente que representan el estado del organismo momento a momento,en múltiples niveles del cerebro. No somos conscientes del proto-yo. Este proto-yo es lo que nos permite distinguirnos del medio externo. Naturalmente debe existir en la mayor parte de los seres vivos.
      2. Yo Central: El yo central es inherente al informe no-verbal de segundo orden que ocurre siempre que un objeto modifica al proto-yo. El Yo central puede dispararse ante cualquier objeto. El mecanismo de producción del yo central experimenta cambios mínimos a lo largo del tiempo. Somos conscientes de este yo. Es, de alguna manera, la conciencia de que somos una entidad y de que otras cosas que no son yo nos afectan. Se mueve exclusivamente en el presente, como dirá Edelman es un "presente recordado".
      3. Yo Autobiográfico: Se basa en la memoria autobiográfica que se constituye por memorias implícitas de múltiples casos de experiencia individual del pasado y del futuro anticipado. Los aspectos invariantes de la biografía individual forman las bases para la memoria autobiográfica. Los conjuntos de recuerdos que describen la identidad y la persona pueden reactivarse como patrones neurales y hacerse explícitos como imágenes siempre que se necesite. Cada recuerdo reactivado opera como un "algo-para-ser-conocido" y genera su propio pulso de conciencia central.
  • Una teoría de la conciencia no debe ser sólo una teoría de cómo la memoria, la razón y el lenguaje ayudan a construir, de arriba abajo, una interpretación de cómo surge una mente del cerebro, porque las formas más tempranas de conciencia preceden y permiten la inferencia y la interpretación.

 Referencias:
  • Damasio, A. (1994). El error de Descartes.
  • Damasio, A. (1999). La sensación de lo que ocurre.
Adaptado de http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/carlos31.pdf

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