lunes, 17 de febrero de 2014

¿Ser liberal significa ser de derechas?

La semana pasada vimos en el artículo sobre el liberalismo y la izquierda, que estas dos posturas eran incompatibles y tras llegar a esta conclusión se nos abrió un interrogante. ¿Si el liberalismo no es izquierda, entonces forma parte de la derecha?

La respuesta que suele dar la opinión pública es afirmativa, la palabra liberalismo (e incluso la errónea neoliberal) suele ser definida del mismo modo que se define la derecha. Este error, no es casual, y para desvelar las cuestiones que nos llevaran a analizar esta cuestión llevaremos a cabo la misma estrategia llevada a cabo en el anterior artículo: si antes definimos la izquierda y el liberalismo, esta vez lo haremos con la derecha.
El liberalismo apoyó la Revolución Francesa

El término derecha, igual que vimos con la izquierda, nace en el transcurso de la Revolución Francesa, cuando los que pretendían mantener el poder monárquico se situaron a la derecha del presidente de la Asamblea Nacional Constituyente. Así, podemos aseverar que, desde entonces, derecha es sinónimo de conservadurismo. 

Pero así como el conservadurismo (e incluso las connotaciones religiosas) son intrínsecas a la derecha no es esto lo único que se le asocia, el liberalismo y el capitalismo también forman parte de sus implicaciones habituales. ¿Tiene esto razón de ser?

Sólo con atender a los orígenes del término veremos que no. Hemos visto que la derecha nace en la Revolución Francesa para definir a aquellos cuya voluntad era mantener el statu quo anterior a la Revolución, es decir, el poder absoluto del monarca. ¿Pero si estos eran una facción, en oposición a quien se situaban a la derecha?

Recordemos que liberalismo es aquella doctrina que propugna al individuo como protagonista de la escena política. Esto es lo contrario de lo que pretendía la derecha, cuya intención era devolver al individuo al estado de súbdito de un poder superior, en este caso el rey absoluto. Los que entonces se situaron en contra de la devolución al monarca de su anterior poder incluían fervientemente a los liberales, y no fue hasta después que éstos se desvincularon de lo que hoy llamamos izquierda.

De este modo, desde su mismo origen podemos comprobar que el liberalismo se situó en la posición contraria a la derecha. ¿Qué sucedió después para que se confundieran los términos? Fácil, que los entonces aliados en contra del conservadurismo y el monarquismo de la derecha se distanciaron después de la aparición de un tercero: el comunismo.

Esta cita podría firmarla cualquier comunista. No un liberal.
La explosión en Europa del comunismo (que ya definimos como anti-individualista, anti-capitalista e intervencionista) se situó en contra de un liberalismo que afirmaba todo lo contrario. Este incipiente comunismo, que tenía entonces dos enemigos, tomó una hábil decisión, convertir a sus dos enemigos en uno. Y lo hizo mediante una sutil estrategia que todavía arrastramos hoy en día: confundir el liberalismo con la derecha. 

Así, todo aquel que no comulgase con el ideario comunista podía ser englobado en un único marco y la dialéctica usada contra un liberal era usada de nuevo contra el derechista sin reparo. Haciendo la lucha obrera más fácil para las mentes, entonces todavía débiles y sin apenas formación, del proletariado.

El tiempo y la historia, sin embargo, nos demuestra que la confusión liberal-derecha es mucho más difícil de sostener que la de la izquierda-derecha, y que los regímenes autoritarios que hoy asociamos con la derecha (como el fascismo de la italia de Mussolini, el nazismo alemán o la España franquista) son mucho más similares a los Estados ideados por la izquierda radical que a los liberales.

No en vano, en los tres casos encontramos una intrínseca lucha contra el capitalismo y los mercados, un intento de organizar un Estado autárquico, la derogación sistemática de los derechos individuales en pos de un Estado autoritario y la eliminación de todas aquellas libertades que fuesen en contra de los intereses del Estado. Todas estas características son propias del ideario original de la izquierda y así lo encontramos, en mayor o menor grado, en los regímenes fundados por la izquierda, tales como la Unión Soviética, la Yugoslavia de Tito, o, más recientemente, la Cuba de Fidel o la Venezuela chavista.

En todos estos casos, igual en el fascismo que en el comunismo (considerados como el extremo de la derecha y de la izquierda) el mercado es dirigido por el gobierno, la ley es utilizada de forma abusiva, los impuestos son elevados para mantener la sobredimensionada maquinaria del Estado y, en definitiva, el individuo queda aplastado por el Estado. 

¿Hay quien todavía pueda afirmar que liberalismo y derecha puedan ser compatibles? En mi humilde opinión, quien todavía crea que sí debería leer más al respecto, para entender que el liberalismo va más allá de la habitual y tediosa simplificación de la política entre derecha e izquierda y que tal como pensaba Ortega y Gasset, reducirlo todo a estas dos corrientes es síntoma inequívoco de hemiplejia moral. Y así pues, un liberal puede ser progresista o conservador. Pero no por ello el liberalismo es izquierda o derecha.

Sin embargo, de nuevo, tras zanjar esta cuestión se abren nuevas muy interesantes o que apenas hemos esbozado, y mi intención es tratarlas en próximos artículos. Tales son la relación apenas explicitada por la opinión pública entre las dictaduras comunistas y los regímenes autoritarios fascistas. O si el parecido entre derecha e izquierda es más acentuado entre estas dos que con el liberalismo.


2 comentarios:

  1. He llegado de casualidad y me ha encantado este post y el anterior. Soy liberal minarquista y uno está harto de que los que no están de acuerdo contigo, por ingenuidad o estupidez no sean capaces de juntar más palabras que liberal+facha, o liberal+ppero o lo que es peor, neoliberal. Me guardo el link para el próximo que el próximo que me suelte una así.

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  2. Un blog muy interesante--> directo al feedly :)

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