lunes, 31 de marzo de 2014

Cómo entender el ascenso del Frente Nacional en Francia

Tal vez un 8% de los votos pueden parecer cosa baladí. Sin embargo, tras compararla con otras cifras obtenidas tras las elecciones municipales francesas comprobamos que tal cifra representa un crecimiento histórico del partido liderado por Marine Le Pen.
Marine Le Pen, líder del Frente Nacional

Una subida de un 800% (o lo que es lo mismo, pasar de 1 a 9% de votos), 15 alcaldías conseguidas, más de mil consejeros municipales. Todos estos datos sirven a Le Pen para consolidarse como tercera fuerza política en Francia, y a ella misma como líder indiscutible del partido de ultra derecha, que alcanza el mayor éxito electoral en sus 42 años de historia.

¿Pero como cabe entender esta subida del partido de ultra derecha? ¿Cómo puede subir y no bajar un partido que acepta la etiqueta de xenófobo?

Varapalo socialista

El Partido Socialista de Francia ha pagado por sus políticas de austeridad. François Hollande es el presidente de Francia menos valorado de la historia de la Quinta República Francesa. El recién dimitido primer ministro, Ayroult tampoco gozaba de mayor prestigio. El batacazo de los socialistas en estas elecciones estaba previsto.

Lo que en la campaña presidencial se vendió como una alternativa a la austeridad de Merkel en Europa, ha terminado por demostrarse como una línea continuísta de la política de austeridad llevada por el UMP de Sarkozy. Esto ha llevado a la ciudadanía francesa a decantarse por el voto protesta, del que el FN ha sacado amplio rédito.


Corrupción en la derecha

La investigación de una malversación de fondos por parte de Sarkozy, revelados, en parte, a través de las escuchas que llevan produciéndose en su teléfono desde hace meses y que habría destinado a financiar su campaña electoral; o el desvío de fondos del partido a dos de sus integrantes, descubierto a principios del mes de marzo han evitado que la fuga de votos de la izquierda favoreciese en mayor medida al UMP, la derecha francesa. En su lugar, el gran beneficiado ha sido el Frente Nacional, que ha visto como los escándalos de corrupción que han salpicado tanto al Partido Socialista como a la derecha, les abrían el terreno a la consecución de los votos descontentos.

El discurso xenófobo, extendido

Entre las tres marcas de políticas anti-inmigración, los franceses han escogido la original. Al contrario que en España, y pese a las apariencias, los tres partidos han llevado a cabo una política de sensibilización contra la inmigración. Primero fue el gobierno de Sarkozy el que favoreció la expulsión del pueblo gitano de sus fronteras. Tampoco Manuel Valls, entonces Ministro de Interior, se quedó atrás al defender la expulsión de los gitanos búlgaros y rumanos. El presidente Hollande, lejos de reprobar sus declaraciones, no dejó de apoyar a su ministro, al que ha convertido hoy en Primer Ministro.
Manuel Valls, recién nombrado Primer Ministro

Esta política, llevada a cabo, como vemos, por los dos grandes partidos franceses, responde a una inquietud de la ciudadanía de la que fue el Frente Nacional el primero en acoger en su programa electoral. Las acusaciones que han recibido la derecha y la izquierda de seguirle el juego al partido de extrema derecha, han servido para que, pese a los intentos de estos partidos de responder a esa inquietud social, siga siendo el FN el adalid de la política anti-inmigración. Un sambenito que lejos de pesarle, le ha servido para ganarse los votos de ciudades con altas tasas de inmigración de primera, segunda y tercera generación.

Una abstención histórica

El alto nivel de desafección de una parte significativa e la sociedad, marcado por el hartazgo con los principales partidos de la República Francesa, suele favorecer al voto protesta o a una abtención alta. Finalmente han sucedido las dos, y a la subida del Frente Nacional, hay que sumar la mayor abstención desde 1958, que, además, ha servido para magnificar la sensación de crecimiento del partido de extrema derecha. De 60 concejales en 2008, el partido de Le Pen goza ahora de 1.200.

Las declaraciones de Le Pen, que ya se ve liderando las futuras elecciones europeas no ocultan la sensación de espaldarazo moral con el que salen de estas elecciones. Esta moral alta, así como el fin nada lejano que sea otea para los casos de corrupción del UMP (que salpican el posible retorno de Sarkozy), o para la pérdida de apoyo del PS, sin duda, llevan a pensar que la subida del partido xenófobo no ha tocado techo.

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