domingo, 16 de marzo de 2014

A ti te espían pero un avión puede esfumarse

Según la Aviation Safety Network, más de ochenta aviones han sido declarados 'desaparecidos' desde 1948. El más reciente hasta ahora, el vuelo de Air France que cayó sobre el Atlántico en 2009. Tuvieron que pasar dos años para que fuese hallado el aparato. De entre los otros ochenta podemos destacar aquellos cinco que desaparecieron en el Triángulo de las Bermudas, estableciendo una serie de teorías conspiratorias que desencadenaron en múltiples películas y un mito que aún dura.

El caso del vuelo de Malaysian Airlines estimula, de nuevo, esas conspiraciones, esta vez con el guión de la serie Lost, y nos va salpicando de pistas, unas confirmadas y otras desmentidas. El caso se ha alargado lo suficiente para disparar muchas alarmas y convertirse en desconcertante.

Cuando desconocíamos todavía qué era un radar, los aviones ya lo llevaban. Sin embargo, ahora, que abrimos descaradamente las puertas a ser absolutamente geolocalizados y espiados gracias a nuestros móviles, ahora que cada ciudadano deja un rastro constante en las redes, ahora que cualquiera tiene un GPS y el mundo parece el gran plató de televisión que era 'el Show de Truman', con los servicios secretos grabando nuestros chats en vídeo, ahora, repito, un avión puede cambiar de ruta y desaparecer en la bruma de la nada durante una semana. Incluso con un teléfono de los pasajeros todavía sonando.

Edward Snowden nos advirtió de un agujero en nuestra protección, en nuestra privacidad: estamos controladísimos impunemente. Hasta los gobiernos son espiados entre ellos sin que caiga ninguna cabeza. Pero otro agujero se abre con el avión desviado hacia el vacío, un abismo inesperado: que el mismo día que tanto cuesta desaparecer del mapa unos minutos sin que nos filme una cámara de videovigilancia, sin recibir un whatsapp o sin las cookies de una página web de por medio, ese mismo día, 293 personas a bordo de un avión pueden desaparecer y dejar anonadados a los servicios de inteligencia, quizás por estar demasiado entretenidos con nuestros correos, quién sabe. 

Ambos agujeros intranquilizan, delatan a la vez un control enfermizo y un descontrol misterioso. ¿O tal vez no? Tal vez nos hemos equivocado y no vivimos en el Show de Truman y hemos exagerado queriendo ver un Gran Hermano donde no lo había. O tal vez tanto control está enfocado erróneamente, todo lo erróneo que puede estarlo un control que deja esfumarse durante una semana (y lo que quede) a casi tres centenares de personas y al avión en el que iban a bordo. Con un teléfono todavía sonando. 

Trad. libre de  Ara

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