martes, 20 de agosto de 2013

La clase media y el Corte Inglés: dos enfermos terminales

Señores, ya no es primavera en el Corte Inglés. Después de varios meses de rumores finalmente los seis bancos más importantes de España han decidido refinanciar el 76% de su deuda, esto es 3.800 millones sobre un total de 5.000. ¿Y dónde está la noticia? En que esto es noticia.

Durante años, décadas más bien, lo único que sabíamos del Corte Inglés a través de los medios es que era un excelente calendario. "Ya es primavera", "Ha llegado la colección de otoño al Corte Inglés", "es Navidad". ¿Cómo iba a ser de otra manera si el gigante español era uno de los mayores contratadores de publicidad? ¿Qué medio iba a morder la mano que le daba de comer? Todo iba bien  hasta que dejó de ir.

¿Qué pasó? Algo muy sencillo. Durante la infancia de muchos de nosotros el Corte Inglés era algo nuevo. Ir allí era una excursión a Hollywood, podías sentirte uno de esos niños de las películas navideñas americanas, alucinado mirando cachivaches, luces por doquier, subiendo escaleras mecánicas, bajándolas y volviéndolas a subir. Pero algo pasó. La burbuja fue el perfecto caldo de cultivo para nuevos centros comerciales que aparecían como setas. Ya no hacía falta irte a una gran ciudad, cualquier pueblo grande podía tener uno a sus afueras. Se acabó la novedad.

"Competencia", debió pensar el señor Corte Inglés, "nada que deba preocuparnos". Al fin y al cabo, por alguna extraña razón la gente de clase media se sentía subiendo un par de peldaños sociales al subir por las escaleras del Corte Inglés cargada con sus bolsas blancas y verdes. "Nada que deba preocuparnos" continuaba pensando el señor magnate. El Corte Inglés no es un centro comercial al que se va vestido con chándal de domingo-que-me-quedo-en-casa, tiene 'glamour'.

Pero eso también se acabó. El Corte Inglés vivía de ser el centro comercial de la clase media que no quería ser clase media. La clase alta no compra medias marcas. Tampoco la clase menos pudiente al no poder permitírselas. Era la clase media la que, tarjeta de crédito en mano, se sentía rica por un día haciendo sus compras en un lugar que les daba 'glamour' a cambio de precios más altos que la competencia low-class.

Pero eso, como no, también se acabó. El Corte Inglés se convirtió en el pantalón sobaquero, en el sol y sombra, en el peinado raya en medio. Reinventarse o morir. Y murió. Porque, no le quitemos el mérito, consiguió fidelizar a una clientela, pero esa clientela envejeció sin haber sabido atraer a sus hijos. Unos hijos que poco a poco, con la crisis, bajaron peldaños y cada vez tenían menos de clase media.

Estos hijos de unos padres que creían que el Corte Inglés vendía calidad vieron como después de despedazar pyme tras pyme el Corte Inglés mantenía su stock gracias al mercado asiático. Y llegaron a una lógica pregunta: ¿Por qué comprar a un precio desorbitado un producto Made in China disponible a un precio inferior en cualquier otra tienda? ¿Por qué comprar las marcas disponibles en el Corte Inglés a un precio superior al de esas mismas tiendas fuera de ese centro comercial? La respuesta fue obvia.

Hay quien defiende todavía al Corte Inglés. Sacan a relucir sus activos por valor de 18.000 millones intentando reducir su deuda de 5.000 a la calderilla que suele uno llevar en la cartera. Aducen que los centros comerciales del Corte Inglés son la punta del iceberg de su volumen de negocio, que mantienen los uniformes de Guardia Civil y las Policías Locales, y hasta los sistemas informáticos de los ayuntamientos. Y lo dicen como si la mayoría de empresarios que hicieron fortuna durante la burbuja ahora no poseyesen activos inmobiliarios de los que son incapaces de desprenderse para pagar sus descubiertos millonarios. Lo dicen como si los ayuntamientos no entrasen en suspensión de pagos y continuasen aumentando el volumen de compra de servicios y de mantenimiento.

Con el Corte Inglés se hace cierta la frase que reza que no hay mejor noticia que el que no haya noticias. De repente hay noticias y no son buenas. Y esto asusta. El ser casi mitológico que es el Corte Inglés se hunde. Y cuando lo hace no paran de recordarnos los más de 100.000 puestos de trabajo que mantienen. Puestos de trabajo insostenibles hoy en día. Puestos de trabajo distribuidos de forma geográficamente equitativa por toda España.

Mientras sea invierno para la clase media lo será para el Corte Inglés. Y esto, señores, asusta.

5 comentarios:

  1. Yo creo las dos cosas. Que se lo merecen por haber destruido todo un tejido industrial mediante impagos o pagos a años vista. El fabricante entregaba un material por el que no sabía cuando iba a recibir el dinero. Una vez estos cerraron se pasaron a los mayoristas chinos y ahora nos venden a precio de oro una ropa de 50 céntimos la pieza.
    Por otro lado, son muchos puestos de trabajo dependientes de esta empresa...

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  2. En tres palabras. Que se jodan.

    Que su lugar lo ocupe otro con más ética laboral.

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  3. No dejarán que caiga tranquilo. 100.000 empleos sostenidos gracias a papá Estado

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  4. Si son unos incapaces no es culpa mia....cierre por derribo de esos prepotentes

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